La vieja y querida costumbre de saltar, mucho más frecuente entre los niños que en adultos, parece generar algo más que diversión: un grupo de investigadores encontró que este sano hábito trae muchos beneficios a los huesos de los inquietos adolescentes.
Esa simpática y generalizada costumbre de saltar, mucho más frecuente entre los niños que los adultos, parece generar algo más que diversión. Ocurre que un grupo de investigadores encontró que este hábito trae beneficios a los huesos de los inquietos adolescentes.
Este dato podría realmente hacer una gran diferencia. Como los adolescentes están en pleno crecimiento, esos años son ideales para enfocarse y mejorar la salud en su, todavía, joven esqueleto. Sin embargo, nadie recomienda saltar sin cesar porque ahora hay que averiguar si los saltos producen efectos saludables que se pueden mantenerse durante los años de adultez.
Los especialistas le pidieron a 99 alumnos de alrededor de 14 años que entraran en calor de una manera especial durante 10 minutos, al menos dos veces por semana.
Esta actividad incluyó saltos de diversos tipos que se hacían más complejos a medida que pasaba el tiempo. Al final del experimento, los jóvenes ya podían hacer 300 saltos por sesión.
Estos ejercicios apuntaban a estimular a los huesos mediante la imposición de una carga mecánica sobre la estructura del esqueleto. Tras ocho meses, los investigadores notaron que los resultados físicos eran mejor de lo esperado.
HUESOS DIFERENTES PARA ELLOS Y ELLAS
Gracias a estos ejercicios, la masa ósea de todos los huesos de los varones mejoró notablemente. En el caso de las mujeres, esta buena noticia sólo se registró en el área de la cadera y la columna. Otra ventaja para los chicos, fue que perdieron una cantidad importante de grasa, por lo que bajaron bastante de peso.
Los especialistas creen que la diferencia entre los sexos se debe a que las chicas crecen y se desarrollan antes, un motivo por el cual los saltos tendrían menos efecto sobre ellas. Sin embargo, recalcaron la importancia de un efecto positivo en las caderas y columnas de las jóvenes, dos regiones que suelen especialmente proclives a las fracturarse durante los años de la vejez.